Spots de los 90 que causaron furor

La publicidad de los años 90 carga en su mochila con el vergonzante peso del sexismo exhibido en muchos de sus impactos. Una losa que ha conseguido minimizar el enorme salto cualitativo en creatividad, humor y globalización que supuso esta década.

Si en “Mujer y Publicidad: historia de lo nuestro (2)” sacamos los colores a algunas marcas, creativos y anuncios del panorama noventero, hoy viajaremos hasta la cara más amable de la época recordando a aquellas que combatieron esta tendencia desde las ideas, la capacidad de sorprender y la conexión emocional.

Un poco de contexto

La celebración de los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Expo Universal de Sevilla y la capitalidad europea de las culturas otorgada a Madrid ofreció un poderoso foco de atención internacional al país. Una luz que revertió en un boom tecnológico, cultural y comercial en el que la inversión publicitaria se multiplicó, también ayudada por la llegada de las televisiones privadas.

La competencia se dispara y, por tanto, los anuncios buscan la vía del impacto, lo fantástico, lo emotivo o lo absurdo para distinguirse. Decir más con menos palabras para ser más memorables. Buscar la complicidad del espectador desde, por ejemplo, unos personajes curiosos, unas misteriosas palabras-mantra y un temazo infalible poniendo la guinda en el pastel del Renault Clio.

Romper con un pasado de moralidades retrógradas y tabúes en cuestión de derechos sexuales. España empieza a dejar de lado la etiqueta de país mojigato que ni habla de sexo ni quiere imaginar que sus adolescentes puedan practicarlo. Sin complejos, pero con precauciones: ¡Póntelo, pónselo!

Una idea sencilla pero con punch, una buena ración de transgresión y controversia planteando una historia que involucraba a unas monjas, a un niño Jesús accidentado y a un milagroso pegamento. Estaba cantado que Monjas se iba a llevar el Grand Prix de Cannes de 1992.

El poder de los spots para sensibilizar a las personas tiene un ejemplo notorio en la campaña de Voluntarios de la Cruz Roja de 1990. Tan simple como contundente, tan efectivo como un bebé poniéndose en acción al ver por la tele como hay personas que sufren.

No sólo la transgresión y la emotividad construían puentes con los consumidores. Los prototipos, la exageración envuelta en un poco de humor y saber presentar la frase adecuada en el momento más oportuno también son un camino al éxito.

Quando arrivi a casa…

… tómate un kit-kat …

… aceptando al pulpo como animal de compañía.

Una selección que, obviamente, debe ser vista con los ojos de su contexto histórico. Una 90’s spolist que bien podría completarse con el primo anti-bulling de Zumosol , el pique limpiador entre Villarriba y Villabajo o, entre otros, la libertad de Amena modernizando un hit de Nino Bravo.

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